domingo, 6 de enero de 2013

EL BUEY Y ... ¿LA MULA O EL ASNO?

La primera representación gráfica del Nacimiento del Niño Jesús aparece ya en el s. IV en la catacumba de S. Sebastián en Roma. Los personajes principales son San José, la Virgen y el Niño, que van acompañados por la mula y el buey. Hasta el s. XIV se representó a la Virgen acostada, reponiéndose del parto. A partir de estas fechas se fue imponiendo el concepto del parto virginal sin dolor y se empezó a colocar a la Virgen de rodillas ante el Niño, en adoración, secundada por San José y los ángeles.

La presencia del buey y la mula también fue cambiante. Al principio la pareja la formaban un asno y un buey. La alusión era directamente bíblica, y hacía referencia a la profecía de Isaías que dice: “Los bueyes y asnos que trabajan la tierra comerán sabroso forraje, aventado con horca y pala”.(Is 30, 24). Y en Is 32, 20 dice: “Sembraréis felices junto al agua y dejaréis sueltos al buey y al asno”. Mediante esta imagen, entre otras muchas, el profeta estaba anunciando los tiempos del Mesías. La paz, la abundancia y la libertad, incluso en el mundo de los animales, venía a reflejar la armonía del universo.

Poco a poco, se fue perdiendo esta dimensión poética y profética, y la mula sustituyó al asno en casi todas las representaciones. Se fue creando la leyenda de que el buey calentó con el vaho de su aliento al Niño aterido de frío, mientras la mula se comía la paja del pesebre. Por tal acción Dios determinó que la mula no tuviera hijos. Y la leyenda rompió el profundo sentido de que el Nacimiento del Hijo de Dios trajo el total entendimiento entre los hombres y Dios y entre los hombres y la naturaleza. La razón de que en estos días se desee paz y felicidad procede de esos tiempos nuevos que anunció el profeta Isaías.

Luis Martínez Lorente

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